Astrolabio: Agenda Holística


Leo y Virgo: de la materia al alma


Debemos estar atentos al paso del sol por los signos del zodíaco. En cada uno de los 12 periodos del año hay un aprendizaje. Este es el reto para Leo y Virgo, según la mitología esotérica de Los doce trabajos de Hércules y la evolución espiritual.

Originalmente el zodíaco consistió sólo de diez constelaciones, por lo cual, en alguna época, las dos constelaciones: Leo y Virgo, eran un solo símbolo. Tal vez el misterio de la esfinge está conectado con esto, pues en la esfinge tenemos al león con cabeza de mujer. Leo con Virgo, el símbolo del león o alma real y su relación con la materia.

El león es rey de las bestias, y por ello esotéricamente el nativo alcanza en ese signo la personalidad desarrollada, mientras que en Virgo se da el primer paso a la espiritualidad, pues el alma es llamada el hijo de la mente y Virgo es gobernada por Mercurio, llevando energía mental.
El alma que ha completado los trabajos del primer cuadrante (desde Aries a Cáncer)  tiene una personalidad que puede “asolar la región”. Es esa personalidad la que una vez desarrollada, debe ser dominada por la influencia del alma. Es así en los doce trabajos de Hércules, cuando en el quinto trabajo, en Leo, Hércules  somete y domina al león en la cueva de su propio subconsciente.

Cuenta el mito que se le impone a Hércules la tremenda tarea de matar a un león que estaba devastando la zona de Nemea. Este león destruía todo lo que se ponía ante él y la gente era incapaz de hacer nada. Hércules creyó que la única manera de cambiar esta situación y lograr su objetivo era perseguir al león en círculos hasta llegar a acorralarle en su cueva. Una vez en su guarida, el héroe le persigue y le estrangula con sus propias manos hasta darle muerte.
En este trabajo el león representa la personalidad, es decir, un conjunto de prejuicios, egoísmo e instinto autoprotector que nos impiden descubrir nuestro auténtico ser. Es más, nuestra misma educación muchas veces incentiva el culto a esa personalidad que, conlleva un cúmulo de metas erróneas que exaltan “valores” superficiales y que nos esclavizan de por vida.
Hércules nos dice que si nos determinamos a acabar con ella, debemos luchar fuertemente.

¿Cuál es el lugar en el que debemos luchar para obtener resultados? Debe ser sólo uno: la cueva de nuestra mente. Es ahí donde nos encontraremos solos ante nuestra personalidad creada, que se esconde en lo más recóndito de nuestras mentes y somos nosotros los que habremos de perseguirla sin cesar si queremos acabar con ella.

Así, para ser un auténtico héroe como lo fue Hércules hay que atreverse a no tener personalidad, lo cual puede ser considerado por algunos como una locura, en un tiempo donde el cultivo de la imagen exterior es la clave del triunfo de nuestros días. Será cuestión de plantearnos donde queremos ser héroes y triunfar, si en este mundo “del qué dirán” o en el mundo al revés al que conocemos, que es el propone Hércules.  

En el sexto trabajo, el héroe debe apoderarse del cinturón de Hipólita. Ella era una reina cuyos vasallos y guerreros eran sólo mujeres y llevaba un cinturón que le había regalado Venus, la diosa del amor.


Luego, en el siguiente trabajo, en Virgo, Hércules mata a Hipólita, para luego, en un acto de amor y arriesgando su propia vida, rescatar a Hesione. Esto significa que en Virgo, después de la completa individualización de Leo, es donde se da el primer paso hacia la unión del espíritu y la materia.

Para apoderarse de este cinturón  tiene que combatir contra Hipólita, le arranca el cinturón que es un símbolo de amor y luego la mata. Entonces una voz le dice ¿Por qué has matado lo que necesitas, está cercano y es querido? Hércules debe redimir esta muerte salvando a otra doncella que estaba en peligro.

Este trabajo también representa que la guerra entre los dos sexos tiene un origen muy antiguo y es inherente a la dualidad humana. Son dos energías diferentes pero ninguna debe prevalecer sobre la otra, pues ninguna por sí misma es completa ni real, si no incluye su opuesta. Se trata de conseguir la armonía entre los opuestos y ello no se logra con violencia ni tampoco a la fuerza.

Virgo es el más antiguo de los signos zodiacales. A través de los siglos, ya sea Lilith o Isis, Eva o la Virgen María, todas retratan a la madre del mundo. En consecuencia, es en Virgo donde se da el primer paso que conduce hacia la espiritualidad, pues Virgo es gobernado por Mercurio, llevando la energía de la mente, en tanto que el alma es llamada "hija de la mente superior".

Pero para alcanzar esa mente superior la lección para el nativo de Virgo, como lo expresaba Dane Rudhyar en "Dones del Espíritu", es tener "una clara comprensión de que ninguna verdad es completa ni siquiera real si no incluye su opuesta, y todo eso ocurre entre ambas".

La preocupación típica de Virgo con detalles de trabajo, con la técnica, la salud y la higiene, con la vivisección analítica de sí mismo y de los otros, es realmente una focalización de los negativos valores de crisis".

Si la crisis en Virgo es positivamente enfrentada, entonces, la sustancia misma del conocimiento se renueva y con esta renovación, sigue necesariamente la reafirmación del propósito superior.

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