Astrolabio: Agenda Holística


La simbología esotérica de la Semana Santa


La semana Santa está llena de diversos símbolos que la mente intelectual ha interpretado a su acomodo, y por consiguiente no ha logrado comprender. De acuerdo a los señalamientos del movimiento gnóstico, a continuación se develan algunos significados ocultos de los símbolos más importantes presentes en la gran celebración de la semana mayor.

En el Domingo de Ramos, el señor entra en la Jerusalén Celestial montado en un pollino o crío de un asno. Jerusalén, la ciudad santa de las doce puertas, es nuestro propio cuerpo. El Cristo o la energía crística debe entrar en nuestra ciudad interior, montado en el burro que representa a la mente, a nuestra mente que se encuentra manejada por los “Yoes”. 

La mente debe aprender a obedecer al señor y aceptar que es su guía. Los mercaderes del templo, son los elementos indeseables de nuestra conducta, los pecados, el “Yo” psicológico que cambian al Oro, al Cristo Sol por la plata, por el dinero, por la miserable vida recorrida en la línea horizontal, que nos lleva del nacimiento al sepulcro. El trabajo espiritual busca que lleguemos a aprender a utilizar el látigo de la voluntad para expulsar a los mercaderes de nuestro templo-corazón, a todos esos defectos de tipo psicológico que manipulan nuestra existencia, a todos esos “Yoes” que hacen nuestra vida miserable.

En Jueves Santo se realiza la Última Cena. Se trata de una ceremonia mágica de inmenso poder y que a diferencia de lo que se especula con el Santo Grial, se trata de “una ceremonia de sangre”. Los apóstoles trajeron cada uno entre su copa, gotas de su propia sangre, y vaciaron estas gotas entre el Cáliz del Cristo Jesús. En ese Cáliz  había echado también su sangre real. Así, entre el Santo Grial, se mezcló la sangre del Cristo Jesús con la sangre de sus discípulos. 

Conforme al Drama Cósmico, en Jueves Santo el Redentor del mundo da las últimas instrucciones a sus discípulos y en el Nuevo Testamento están registradas las que da a Pedro y a Judas Iscariote.
Esa noche ocurre también la oración en el huerto de Getsemaní y el formidable llamado al despertar de la Conciencia al encontrar a sus discípulos durmiendo, es decir, con la conciencia dormida. “Entonces les dijo: «Quédense aquí, y velen conmigo, porque siento en el alma una tristeza de muerte.» 

Unos pasos más adelante, se inclinó sobre su rostro y comenzó a orar. Y decía: «Padre mío, si es posible, haz que pase de mí esta copa. Pero que no sea como yo lo quiero, sino como lo quieres tú.»  Luego volvió con sus discípulos, y como los encontró durmiendo, le dijo a Pedro: «¿Así que no han podido mantenerse despiertos conmigo ni una hora? Manténganse despiertos, y oren, para que no caigan en tentación. A decir verdad, el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil.» Otra vez fue y oró por segunda vez, y dijo: «Padre mío, si esta copa no puede pasar de mí sin que yo la beba, que se haga tu voluntad.» Con esta frase manifiesta su entrega y disposición a que se realice lo que está dispuesto en planos superiores y no lo que espera la personalidad.

Se trata de una enseñanza para todos, quienes debemos aprender a aceptar los hechos y las situaciones como manifestaciones de la Voluntad Superior, aun cuando se opongan a lo que desea y espera nuestro yo inferior a través de nuestros deseos.

El Viernes Santo se encuentra lleno de elementos simbólicos escondidos en las 14 estaciones del Viacrucis y las siete palabras. Judas, Pilatos y Caifás, representan el mismo papel que los tres
traidores que asesinaron a Hiram Abif. Judas representa al demonio del deseo, Pilatos al demonio de la mente, que siempre se lava las manos y Caifás al demonio de la mala voluntad. Las multitudes que gritan Crucifícale, no son de ayer, de un remoto pasado, ni quedaron en Jerusalén. Esas multitudes se encuentran en la psiquis humana y constituyen el “Yo” pluralizado de la Psicología Gnóstica, a nuestro querido Ego.

Según las tradiciones, Jesús muere a los 33 años, en clara alusión a las 33 vértebras de la columna vertebral por donde asciende victoriosa la serpiente ígnea de nuestros mágicos poderes: el Kundalini. Es crucificado en el monte de la Calavera, adonde debe ascender Kundalini.  

En lo alto de la cruz fue escrita su causa con las siglas: INRI. A diferencia de lo que creen muchos, la cruz no es un símbolo de martirio, sino de creación y nacimiento. Detrás de los palos de la cruz, lo mismo que en el cáliz y la lanza de Longinos, se esconde un simbolismo sexual, pero de sexualidad espiritual trascendente.

Por eso las multitudes le gritan que se baje de la cruz incitando al iniciado a que se salga de la Senda del filo de la navaja. Las siete palabras o siete frases que pronuncia el señor en la cruz también son profundamente significativas y se relacionan con el septenario sagrado de teósofos y yoguis, con siete principios anímicos y espirituales que el iniciado debe construir o realizar. 




Fuentes consultadas: Tomado de La semana mayor y su simbolismo esotérico. http://acegap.org/docs/RG_Edicion_250_Abril_2015.pdf

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